Fuente de omega 3, esencial para el control del colesterol, y ricas en fibra, que facilita el tránsito intestinal, las semillas son alimentos funcionales, considerados beneficiosos para la salud sobre todo por su carácter preventivo en ciertas enfermedades. Por ello es interesante introducirlas en nuestra alimentación habitual, ya que además aportarán sabores y texturas variadas a tus recetas vegetarianas. Conozcamos las propiedades de algunas semillas.
Semillas de sésamo, fuente de calcio

El sésamo o ajonjolí es tan accesible como esencial para una alimentación vegetariana sana. Para empezar, es una semilla con un alto contenido en calcio (100gr contienen 975mg, mientras que un vaso de leche aporta 120mg), lo cual la hace muy interesante para la prevención de osteoporosis y problemas con los huesos, e indispensable en la alimentación vegana de niños y niñas. Además, las semillas de sésamo son ricas en proteínas vegetales, sobre todo metionina, un aminoácido que escasea en las legumbres, por ello es interesante incluirlas en las recetas de las mismas. Pero además, darán sabor a cualquiera de tus recetas vegetarianas. ¿Cómo? Cómpralas en crudo, tuéstalas en una sartén e incorpóralas en tus platos justo antes de servirlos. También puedes espolvorearlas en crudo sobre masas antes de su cocción, en gratinados, e incluso incorporarlas en rebozados. Al acabar el proceso de cocción de estos platos, quedarán tostadas y enseguida las percibirás por el aroma.
Protege tu corazón con semillas de lino
El lino o linaza es una semilla con una proporción de grasas poliinsaturadas superior al resto de aceites vegetales, por lo que resulta un importante cardioprotector. Además, posee lignanos, unos fitoestrógenos que contribuyen a restablecer el equilibrio hormonal femenino y reducen el riesgo de algunos tipos de cáncer. Ya sea en forma de semilla o tostada en harina, la linaza posee un agradable sabor. Disfrútala añadiéndola tal cual a ensaladas, tostas de verduras o quesos veganos.
Una mejor relajación con semillas de amapola
Por su destacable aporte en vitamina C y vitamina E, las semillas de amapola contribuyen a reforzar nuestro sistema inmunológico y aumentar las defensas. A su vez, las semillas de amapola tienen un reconocido efecto sedante, por lo que un interesante relajante natural. Sin embargo, y por ello mismo, es importante no excederse en su consumo. Con un sabor que recuerda al de las nueces, no hace falta que las tuestes: prueba a espolvorearlas en tus recetas de pasta o añadirlas a tus batidos y disfruta de un toque sano y diferente.
Rejuvenécete con semillas de girasol
Comunmente conocidas como pipas, las semillas de girasol ayudan a combatir los efectos de los radicales libres, gracias a su aporte en antioxidantes que previenen el envejecimiento. Además, como otras semillas, su riqueza en ácidos grasos insaturados contribuye a combatir el colesterol alto y bajar los niveles de triglicéridos. A su vez, son depurativas y aportan saciedad. Eso sí, al natural es la forma más sana de comer pipas, que siempre podemos tostar nosotros mismos al horno. En cambio, las que vienen tostadas con sal resultan menos beneficiosas por el exceso de sodio
Semillas de calabaza, para dormir mejor
Conocidas también como pepitas de calabaza o pipas de calabaza, las semillas de calabaza, además de los aportes en ácidos grasos poliinsaturados y fibra de otras semillas, son una fuente de triptófano, un aminoácido que el organismo convierte en serotonina, que a la vez se transforma en melatonina, la hormona del sueño, con lo cual contribuyen a mejorar el descanso nocturno. Además, tienen efectos beneficiosos sobre la salud de la próstata por su alto contenido en zinc. Lo ideal es consumirlas crudas, pero también las podemos tostar en el horno lentamente, a no más de 75ºC con un poco de sal para convertirlas en un snack muy saludable o profundizar en su sabor para completar tus ensaladas o dar una textura crujiente tus guisos de verduras, añadiéndolas al final.
Semillas de chía, semillas de salud
La chía, también conocida como salvia nativa o salvia hispánica, ya era parte de la alimentación de culturas precolombinas como la maya o la azteca. Muy ricas en omega 3, las semillas de chía reducen los niveles de colesterol malo y triglicéridos. Además, por su contenido en fibra, ayudan a controlar el azúcar en sangre y, todo ello, aportando pocas calorías y escaso sodio, con lo cual es indicada en casos de hipertensión. ¿Quieres incorporar chía en tu vida? Tómala en crudo, añadiéndola a un batido, a una ensalada, a tus cremas, etc.