Los vegetales crudos conservan todos sus nutrientes, aunque algunos de ellos, cocinados, potencian la absorción de otros. Pero es que hay hortalizas que, igual que conservan los nutrientes en crudo, conservan ciertas toxinas que forman parte de su composición. Librarse de ellas es tan fácil como cocinarlas. ¿Cuáles son que debemos comer cocinadas?
Hortalizas que deben cocerse para evitar toxinas

Berenjenas. A la barbacoa, al horno, a la plancha, en guisos… La berenjena nos da todas estas posibilidades culinarias, pero es que además de estar buenísima, es mejor comerla así. Y es que la berenjena contiene una sustancia llamada solanina, que en grandes cantidades resulta tóxica. Así que es por eso que siempre es mejor comer la berenjena cocinada.

Patatas. La patata nos da energía y es fantástica porque admite cualquier método de cocción: al vapor, hervida, asada, guisada… Vamos, un nutritivo y energético manjar. Pero cuando llegó a Europa y hasta el siglo XVIII, la patatera era una planta de jardín. ¿La razón? Porque la planta es tóxica y se pensaba que el tubérculo también. Y en cierto sentido, no iban tan errados, ya que la patata comparte una cosa con la berenjena: la solanina. Así que, aprovecha su versatilidad para cocinarla y evitarás su toxicidad en crudo. Además, si conservas la piel, aprovecharás mejor la fibra que aporta la patata.

Habas. Cuando las compramos secas, son una legumbre con el aporte nutritivo y el tratamiento en cocina de las legumbres. Pero cuando son tiernas, estamos hablando de hortalizas. Y crudas contienen glicoproteína lectina, que en altas cantidades puede resultar tóxica. Así que nada mejor que darles un hervor para disfrutar de ellas después en un salteado, un guiso, una ensalada o el plato que tú quieras. Además, en crudo su piel, aunque estén desgranadas, es muy gruesa y astingente, con lo cual harás más agradable su textura y sabor con la cocción.
Hortalizas que mejor comer cocidas para mejorar la digestión

Espárragos. Te los ponemos en esta lista, no porque sean indigestos, sino porque aprovecharás mejor sus nutrientes, y la asimilación de estos es el objetivo de la digestión. Y es que ya sean blancos o trigueros (más gruesos que los silvestres), si cocinas los espárragos aprovecharás mejor ciertos micronutrientes como el ácido felúrico, con propiedades antioxidantes.

Judías tiernas. Como con las habas, secas son las alubias o los frijoles que están dentro del grupo de las legumbres. Pero cuando las recogemos tiernas, estamos ante hortalizas que se suelen consumir con toda la vaina. Pero tienen una sustancia, la faseolina, que dificulta la digestión. Así que, estas sí, te las recomendamos cocinadas porque simplemente son más digestivas. Lo habitual es cocinarlas al vapor o hervirlas, ya sea aprovechando un potaje y su caldo, ya sea simplemente con agua. En este último caso se pueden comer tal cual con un buen aliño, o rehogarlas después con un poco de ajo, incorporarlas a salteados, etc.

Coliflores y coles de bruselas. Una palabra: flatulencias. Esto sucede porque contienen ciertos polisacáridos que la flota intestinal convierte en gas para digerirlos. Así que una manera de reducir este efecto es cocinarlas. Una de las formas más extendidas de hacerlo es hirviéndolas, y si quieres evitar el olor que desprenden, no las trocees demasiado y añade un poco de vinagre al agua. Pero otra manera de evitar el olor y disfrutar de estas hortalizas es emplear otros métodos de cocción: una loncha de coliflor a la brasa o a la plancha es una manjar, y hornearlas habiendo pintado los ramilletes con una mezcla de curry y aceite es algo que no deberías perderte.