Las hortalizas están expuestas al aire libre y, aunque muchas veces, antes de llegar a los puntos de venta, ya han pasado por algún proceso de lavado, siempre pueden quedar restos de tierra, de polvo, restos bacterianos… Y prudentemente, las solemos lavar antes de que acaben en el plato o la cazuela. Pero cada tipo de hortaliza tiene su modo más efectivo de lavado. ¿Cuál?

Hortalizas que deben lavarse a remojo

El agua es el modo más efectivo de eliminar restos de tierra e incluso restos bacterianos. Pero hay hortalizas de las que nos comemos la flor, como coliflores o brócoli, y verduras de hoja como lechugas, acelgas, espinacas, etc., que tienen recovecos donde el barro o el polvo quedan depositados y, por mucho que las pongamos bajo el grifo, es difícil eliminarlos. Por ello, lo mejor es lavarlas con un remojo previo que, además, no afecta después a sus cualidades culinarias.

Así que lo suyo es primero separar ramilletes u hojas y ponerlas a remojo al menos un par de minutos. Esto lo que hace es ablandar los restos que pueda haber en los recovecos, y en el caso de las verduras de hoja, además, si se han resecado un poco, ayuda a rehidratarlas. Después, desechamos ese agua y las aclaramos bajo el grifo, para que la presión acabe de hacer el trabajo de limpieza. Luego ya sólo necesitamos un buen escurridor para dejarlas secar antes de cocinar y que el agua que precisamente pueda haber quedado en los recovecos no entorpezca la receta, sobre todo si no se van a hervir o cocer al vapor.

Hortalizas a lavar directamente bajo el grifo

Luego tenemos hortalizas con consistencia y superficies más regulares, como los frutos (tomates, calabacines, pepinos, etc.) que se pueden lavar directamente bajo el grifo, y si detectamos restos algo más adheridos, un cuchillo basta para acabar de retirarlos, siempre bajo el grifo.

Pero hay hortalizas como raíces (zanahorias, remolachas…), bulbos (cebollas, hinojo…) y tubérculos (patatas, boniatos…) que por su ubicación bajo tierra, lógicamente, pueden contener más barro. Para estas hortalizas, la base de limpieza es la misma que para los frutos. Pero lo que sucede a menudo es que solemos pelarlas. Si es así, ¿Agua antes o después?

La respuesta es sencilla: antes y después. Las lavamos con agua lo primero para evitar ir arrastrando impurezas con el cuchillo al pelarlas. Luego las pelamos y se aclaran de nuevo antes de proceder a trocearlas.

Y entre medias, no te olvides del cuchillo. Puesto que ha entrado en contacto con la piel y puede contener restos, no sólo de barro o polvo, sino también bacterianos, lo mejor es ir aclarándolo entre hortaliza y hortaliza.

No son hortalizas, pero…

Estamos hablando de las setas. También hay que lavarlas. Sin embargo, las setas frescas bajo el agua sí que pierden cualidades. Así que para eliminar los restos de barro, aquí lo recomendable es directamente un cuchillo y un trapo, para ir frotándolas con suavidad.

Escrito por:uranda

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