Las raíces son esa parte de la planta que le aporta nutrientes. Pero no tiene por qué dárselos solo a la planta. Generalmente subterráneas, hay raíces que se engrosan y por ello pasan a cultivarse para convertirse en alimento (ver aquí clasificación de hortalizas según al parte de la planta que nos comemos). Repasamos aquí las propiedades de seis raíces para enriquecer tu alimentación y hacer más sabrosos tus platos.
Apio nabo

También conocido como apio rábano, esta raíz es originaria de Europa, y se consume especialmente en el centro y el norte. De piel amarronada y carne blanco amarillenta, firme y compacta, en verdad el apio nabo es una raíz muy acuosa con un sabor que recuerda al apio, pero algo más dulce, además de aportar notas a perejil. El apio nabo tiene propiedades depurativas, gracias a sus aportes en vitamina C y B6, y su aporte en potasio previene la retención de líquidos, a la vez que regula la presión arterial. A su vez, su aporte en vitamina K favorece la absorción de calcio, con la consecuente prevención de masa ósea.
Chirivías

Originaria de Europa, la chirivía era una raíz esencial para la alimentación durante la Edad Media, hasta que la desplazo la zanahoria. De hecho, su forma nos recuerda a la zanahoria, pero la chirivía es más fibrosa y dulce, con toque anisado en su sabor, que resulta ideal en caldos (ver aquí cómo hacer un buen caldo), para matizar cremas o purés (ver aquí receta de puré de nabos y chirivías) o por sí sola, asada o como protagonista de purés . Gracias precisamente a su riqueza en fibra, la chirivía ayuda en la regulación del colesterol y, al ser rica en vitamina C, estimula las defensas y tiene propiedades antioxidantes y depurativas.
Nabos

Con un origen incierto entre Europa y Asia Central, los nabos son raíces que nos abren un amplio abanico de variedades: esféricos o alargados, de piel blanca, violácea, amarilla, etc. Pero en general, su carne es blanca y firme, y aunque hay variedades más dulces, tienen un característico sabor picante y amargo. Este se debe a su aporte en glucosinolatos. Estos tienen propiedades antioxidantes y previenen diferentes tipos de cáncer, por lo que es muy recomendable comer nabo crudo, que rallado se puede incorporar a ensaladas. Aún así el nabo también es ideal asado o se puede incorporar en caldos (ver aquí cómo hacer un buen caldo) y para matizar cremas o elaborar purés ((ver aquí receta de puré de nabos y chirivías).
Rábanos

Originarios de China, los rábanos también nos abren un gran abanico de variedades. Además de los rábanos rojos, esféricos u ovalados, que aunque se llamen rojos, pueden tener la piel rosada, morada o blanca, también tenemos los rábanos negros, cilíndricos y redondeados, o variedades gigantes como los rábanos blancos, muy empleados en la cocina japonesa. En general, los rábanos también son ricos en glucosinolatos, y además, favorecen el tránsito intestinal, ya que contribuyen al aumento de la flora, eleiminan gases y ayudan a disgregar grasas.
Remolachas

Originaria de la cuenca mediterránea, botánicamente la remolacha está emparentada con espinacas o acelgas, aunque de ella consumimos esa raíz carnosa y firme, de un color característicamente rojo morado, y sabor dulce y terroso. Asada, cocida en láminas o triturada para patés vegetales (ver aquí receta de paté de remolacha) o para purés (ver aquí receta de puré de remolacha), cruda en ensaladas o licuada en zumos y batidos (ver aquí receta de zumo de remolacha y manzana), el color de la remoclacha nos indica que es rica en flavonoides, unos antioxidantes que destacan por sus propiedades anticancerígenas. A su vez, el contenido en folatos de la remolacha la convierte en un alimento que contribuye a prevenir enfermedades cardiovasculares. Rica en hierro, la remolacha es también especialmente beneficiosa para mujeres con periodo menstrual o embarazadas.
Zanahorias

Originaria del Asia Central desde tiempos remotos, las zanahorias presentaban colores variados, del morado al amarillo, e inicialmente su cultivo era sobretodo por sus hojas y semillas, ya que está emparentada con el perejil. Sin embargo, en el siglo I ya a aprece documentado su uso como raíz y la zanahoria naranja, la más habitual hoy día, no se popularizó hasta el siglo XVII. Su sabor dulce y su textura firma hace que las zanahorias sean ideal para cualquier método de cocción, desde al vapor o hervidas, a asadas, fritas en tempura, confitadas, en cremas y purés (ver aquí recetas), crudas e incluso licuadas en zumos o smoothies (ver aquí receta de zumo de zanahoria y naranjas) o como protagonistas de dulces y postres (ver aquí receta de tarta de zanahorias). Las zanahorias son ricas en betacarotenos, diuréticas, alivian el estreñimiento y los dolores de estómago por intoxicación y fortalecen uñas y cabello.