Elaborada a partir de harina de soja o soja concentrada que se texturiza para obtener un alimento jugoso y tierno tras su rehidratación, la soja texturizada se ha popularizado como una de las fuentes de proteína más versátiles en cocina gracias a su capacidad para absorber sabores.
Valor nutritivo de la soja texturizada
Si bien la soja es la legumbre con más aporte proteico (ver aquí), el proceso al que se somete la soja texturizada permite concentrar las proteínas, de modo que aumenta considerablemente su aporte de las misma respecto a la soja por sí sola (ver aquí valor nutritivo de la soja). Además resulta baja en grasas y con un alto contenido en fibra, que junto al resto de sus macronutrientes la convierten en un alimento ligero a la vez que altamente saciante.
Macronutrientes en gramos por cada 100gr de soja texturizada
Hidratos de carbono | 31 |
Proteínas | 50 |
Grasas o lípidos | 1,2 |
Fibra | 14 |
La soja texturizada, a su vez, es alta en potasio y baja en sodio, además de contener interesantes aportes de hierro, calcio y fósforo. Entre las vitaminas destaca por sus aportes en vitaminas B1 y B2, aunque también contiene vitaminas A y C.
Formatos o tipos de soja texturizada
La soja texturizada se vende normalmente deshidratada, lo cual da una gran durabilidad al alimento. Y se puede encontrar en diversos formatos, desde la soja texturizada fina a la soja texturizada gruesa, además de soja texturizada en tiras, en trozos e incluso en filetes. Al ser considerada una carne vegetal, todos estos formatos lo que hacen es darle versatilidad en cocina, ya que permite preparar múltiples platos, desde boloñesas con la fina, hasta guisos con los trozos o los filetes, buscando darle más presencia.
Cómo cocinar la soja texturizada

Como os comentábamos antes, la soja texturizada se comercializa esencialmente deshidratada. Cuando es así, antes de cocinarla, hay que someterla a una rehidratación o remojo previo, pero el tiempo es mucho menor que el de la soja en grano, ya que fruto del tratamiento a la que se somete para obtenerla, lo que obtenemos es una alimento poroso que absorbe mucho mejor el agua.
Pero además, esa porosidad nos puede dar mucho juego. Y es que si bien podemos rehidratarla simplemente con agua, cabe mencionar que la soja texturizada no tiene mucho sabor pero absorbe muy bien los sabores, por lo que podemos empezar a aromatizarla desde el mismo inicio, poniéndola a remojo con infusiones de tomillo, romero u otras hierbas aromáticas, que le transferirán matices de sabor. Eso sí, en estos casos, siempre es mejor hacer la infusión, dejar que se atempere, y solo atemperada emplearla para la rehidratación de la soja texturizada.
Una vez rehidratada se convierte en un alimento esponjoso y jugoso, que siempre resulta más recomendable para elaborar guisos que le acaben de aportar sabor y melosidad (ver aquí cómo hacer un buen guio vegano: la técnica). Antes os pusimos el ejemplo de la boloñesa de soja texturizada (ver aquí receta), que en sí misma constituye un guiso. Pero hemos de pensar que gracias a la variedad de su formato, podemos hacer un guiso con soja gruesa que en sí mismo sería un plato proteico principal a servir con guarnición, o podemos hacer salsas que parten en realidad de un guiso (como la boloñesa vegana que os comentábamos antes -ver receta aquí). Y estos últimos, a su vez, nos pueden servir para rellenar empanadas, canelones y lasañas, setas, verduras, etc (ver aquí receta de calabacines rellenos de soja texturizada).